Mis falanges abrazan las tuyas. Nuestros metacarpos se cubren de besos. Nuestros ocho huesos carpianos chocan y se enredan cómo tus cabellos respirando aire. Nuestras manos en perfecta e inquebrantable simbiosis. Hacen el amor.
Tus pupilas quieren bañarse en mi iris, quieren que mis pestañas giman de placer, que mis labios se estremezcan. Las mías te seducen, te acarician, te perforan la carne y desnudan el corazón. Muerdes mi lengua, y ríes. Bajas los párpados y lanzas al aire un fugaz suspiro; Falanges, metacarpos y carpianos eyacularon.
Tu cuerpo anhela que le siga, y voy tras él cuál felino tras su presa. La tela yace ofendida sobre el frío suelo, el calor de tu piel hace temblar mi vena yugular. Caigo, y tú sobre mí – en nuestra mirada destellos, entre nuestros muslos humedad y calor, en nuestro alma deseo.
Respiración inquieta, gotas de placer, gritos de éxtasis.
No, no pares.